Fruta fresca o deshidratada, ¿cuál es más sana?

Las frutas son una parte fundamental de la alimentación saludable, pero no siempre se consumen en su estado natural. De hecho, en los últimos años, la fruta deshidratada ha ganado popularidad como una alternativa práctica y duradera, perfecta para llevar a las excursiones. Pero ¿es tan sana como la pieza fresca?

Qué es la fruta deshidratada

Este producto se obtiene después de pasar la fruta por un proceso de secado que elimina su contenido en agua. Este método, utilizado desde la antigüedad, permite conservar este alimento por más tiempo, evitando que se estropee.

Luis Castrillo Navarro, especialista en Endocrinología y Nutrición de los centros médicos Quirónsalud Tres Cantos y Quirónsalud Valdebebas, nos explica que esta técnica ayuda a evitar la proliferación de ciertos microorganismos, lo que consigue alargar la vida útil de la fruta.

Fruta fresca o deshidratada, ¿cuál es más sana?

Lo mejor de todo es que se puede preparar la fruta deshidratada en casa sin utilizar ingredientes adicionales como potenciadores de sabor, lo que nos asegura que solo vamos a ingerir fruta. Para ello, únicamente necesitaremos cortarla en láminas finas y meterlas al horno.

En cambio, si vamos a optar por los envases comerciales, el nutricionista recomienda comprobar antes los ingredientes y el etiquetado, ya que en muchas ocasiones pueden ir acompañados de azúcares añadidos.

Composición nutricional de la fruta desecada

Si bien el contenido nutricional es muy parecido al de la fruta fresca, al eliminar el agua, los nutrientes quedan más concentrados. Esto significa que aporta una mayor cantidad de azúcares, vitaminas y minerales por cada porción en comparación con la opción natural. También se pierden olores y algunas vitaminas hidrosolubles.

En más detalle, el especialista nos explica que, si comparamos el mismo peso de ambos alimentos, en la opción deshidratada el contenido se habrá multiplicado como resultado de la extracción de agua.

Diferencias entre fruta deshidratada y fruta fresca

Aunque ambas tienen nutrientes similares, presentan ciertas características diferentes. Por un lado, la concentración de calorías es mayor en la fruta deshidratada, de ahí que siempre surja la duda de si este alimento engorda o no. Hay que tener en cuenta que, al reducirse el volumen de la fruta, es más fácil consumir grandes cantidades sin darnos cuenta. "Y como resultado, estaremos incrementando nuestra ingesta calórica a lo largo del día", advierte el especialista.

En concreto, 25 gramos de fruta deshidratada pueden equivaler a 100 gramos de fruta fresca, lo que podría traducirse en un mayor consumo de calorías. "Consumir 100 gramos de fruta deshidratada equivaldría a comer unas 4 manzanas frescas y, por consiguiente, ingerir unas 150 kilocalorías extra", apunta el experto.

Igualmente, el proceso de secado provoca un cambio de las propiedades organolépticas de la fruta desecada, aportándole una textura seca, un color más oscuro y un sabor más dulce. A todo ello hay que sumar que dura más en comparación con la fruta fresca, por lo que facilita su traslado a cualquier parte sin necesidad de mantenerla refrigerada.

Fruta natural o deshidratada, ¿cuál debo elegir?

Lo cierto es que ambas opciones son saludables y pueden formar parte de una dieta equilibrada. La fruta deshidratada puede ser una elección perfecta para deportistas debido a su aporte energético, mientras que la fruta fresca es ideal para mantener una buena hidratación, además de ayudarnos a controlar el peso por su baja densidad calórica.

Sin embargo, una de las contraindicaciones de la fruta deshidratada es su consumo en personas con diabetes. Hay que tener especial precaución por la mayor concentración de azúcares, lo que puede favorecer una ingesta excesiva sin ser conscientes de ello. En estos casos, si se quiere consumir este producto, el especialista aconseja tomarlo acompañado de un alimento proteico y grasa, "de esta forma son más lentos la digestión, el vaciado en el estómago y el incremento de la glucosa en sangre".

También es recomendable prestar atención a la ingesta de este tipo de alimento si buscamos controlar el consumo de calorías. En este sentido, el especialista añade que no siempre se aconseja el consumo de fruta deshidratada, ya que se suele ingerir más cantidad y, por lo tanto, más kilocalorías.

En definitiva, la elección entre fruta fresca y deshidratada depende de las necesidades y objetivos de cada persona. Lo importante es recordar que la fruta desecada no debe reemplazar el consumo de fruta natural en la alimentación diaria.