Cada vez están surgiendo más casos de personas a las que la leche "no sienta bien". Sin embargo, estas molestias que aparecen con el consumo de lácteos pueden ser debidas a dos problemas bien distintos que generalmente se confunden, pese a que no comparten ni las causas ni las consecuencias: la alergia a la proteína de leche y la intolerancia a la lactosa. ¡Descubre las diferencias!

Alergia a la proteína de la leche: causas, diagnóstico y tratamiento

La doctora Vanessa Rodríguez García, especialista en Alergología del Hospital Universitario Ruber Juan BravoEste enlace se abrirá en una ventana nueva, nos explica en qué consiste: "cuando una persona es alérgica, presenta una alteración en su sistema inmunológico, que produce anticuerpos frente a una o más proteínas presentes en la leche, por lo que las reconoce como algo extraño y las ‘ataca’, desencadenando la reacción, que puede ser desde muy leve hasta muy grave con compromiso vital".

Además, esta alergia se da más en niños que en adultos, y sus efectos pueden ser muy variados. "Pueden aparecer alteraciones cutáneas como urticaria o angioedema, problemas digestivos, respiratorios, o incluso se puede llegar a producir un shock anafiláctico, en el que los síntomas generales son muy graves y podrían producir la muerte".

El diagnóstico de la alergia a la proteína de la leche se realiza mediante pruebas específicas en piel, sangre y, en caso necesario, vía oral con provocación controlada en el centro hospitalario.

Es importante conocer que en esta reacción alérgica no influye la cantidad de leche ingerida, aunque la ingesta de más cantidad sí producirá reacciones más graves.

Por tanto, si una persona es alérgica a la proteína de leche, debe abstenerse de probar este alimento, llevando una dieta estricta y permanecer atenta a las etiquetas de envasado (en las que es obligatorio que aparezca este ingrediente si el producto lo contiene).

No existe tratamiento eficaz, más allá de la pura prevención (aunque en algunos casos se puede valorar la realización de una desensibilización) y, en caso de ingestión accidental, tomar la medicación pautada por su alergólogo, e incluso el uso de autoinyector de adrenalina en caso de anafilaxia.

Diferencia entre alergia a la leche e intolerancia a la lactosaDiferencia entre alergia a la leche e intolerancia a la lactosa

Intolerancia a la lactosa: origen y síntomas

La especialista nos aclara este término. "Está causada por una alteración en la digestión-metabolización del azúcar de la leche, la lactosa, a nivel intestinal. Recordemos que en la alergia están implicadas las proteínas, no el azúcar. Lo que ocurre es que hay déficit de la enzima encargada de digerir la lactosa, por lo que esta sigue su curso por el intestino produciendo los característicos síntomas: dolor abdominal, diarrea, defecación explosiva, náuseas, meteorismo o sensación de hinchazón abdominal".

A diferencia de la alergia, la intolerancia nunca llega a producir anafilaxia, por lo que no hay riesgo de fallecimiento. También en contraste con la alergia, afecta más a los adultos y suele aparecer como consecuencia de infecciones, disbiosis intestinal con o sin sobrecrecimiento bacteriano, celiaquía, colitis ulcerosa u otras enfermedades digestivas, o de tratamientos de quimioterapia.

La intolerancia a la lactosa se diagnostica mediante test específicos en sangre, orina, estudio genético, biopsia intestinal o test de hidrógeno espirado.

El tratamiento común a ambos problemas no es otro que eliminar la leche de la dieta, si bien en el caso de la alergia basta una mínima cantidad para desencadenar una reacción de consecuencias que pueden ser tremendas, mientras que, en el caso de la intolerancia, las pequeñas dosis pueden no llegar a provocar síntomas.

Para los casos de intolerancia existen comprimidos con la enzima lactasa, que es la que metaboliza la lactosa, para poder hacer pequeñas transgresiones sin consecuencias.

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