Las uñas no solo tienen un valor estético, sino que también protegen los dedos frente a golpes y agresiones, ayudan a manipular objetos y pueden reflejar el estado de salud general de una persona. Cambios en su color, textura o grosor pueden ser indicios de alteraciones dermatológicas o incluso de enfermedades sistémicas.

Para conocer las causas más frecuentes y los tratamientos disponibles, hablamos con la doctora Ana Rita Rodrigues Barata, especialista en Dermatología Médico-Quirúrgica y Venereología del Hospital Quirónsalud Valle del HenaresEste enlace se abrirá en una ventana nueva, quien explica por qué las afecciones ungueales requieren una valoración especializada y cómo abordarlas con eficacia.

¿Por qué las enfermedades de las uñas merecen una atención especial en dermatología?

Además de ser un elemento estético muy importante, las uñas ayudan a proteger la falange distal, un hueso fundamental para manipular objetos y para la sensibilidad táctil.

Cuando aparecen alteraciones, no siempre se trata de un problema meramente cosmético. En ocasiones, los cambios en las uñas pueden ser el reflejo de una enfermedad dermatológica o sistémica, y por ello, requieren una valoración médica adecuada para establecer un diagnóstico y tratamiento correctos.

Problemas de uñas más frecuentes en consulta

En dermatología vemos una amplia variedad de patologías ungueales, pero las más comunes son:

  • Uñas frágiles, que se presentan más finas, blandas y con menor elasticidad. Suelen romperse con facilidad y mostrar estriaciones o separación en capas.
  • Infecciones por hongos u onicomicosis, producidas por dermatofitos, levaduras o mohos. Son procesos que pueden resultar complejos de tratar debido a la dificultad de que los tratamientos penetren adecuadamente en la lámina ungueal.
  • Uña encarnada, caracterizada por dolor, enrojecimiento e inflamación en uno o ambos pliegues laterales. Puede impedir caminar o practicar deporte, y, si progresa, dar lugar a infecciones o aumento de la sensibilidad local.
  • Reacciones a cosméticos, como las derivadas del uso continuado de esmaltes, endurecedores o uñas artificiales. Algunos componentes pueden provocar irritación, dermatitis de contacto, onicólisis o cambios en la coloración ungueal.
  • Uñas amarillas, un signo que puede deberse al envejecimiento, a infecciones por cándidas, a determinados medicamentos o al uso prolongado de esmaltes de color.

Algunos problemas de las uñas tienen origen externo, otros se relacionan con enfermedades inflamatorias o infecciosas, o, simplemente, con factores ambientales o hábitos de cuidado inadecuados.

Una mujer haciéndose la manicura en un salón de belleza

¿Por qué se vuelven frágiles las uñas?

La fragilidad ungueal es una de las consultas más habituales, sobre todo en las uñas de las manos y en mujeres adultas. Puede deberse a traumatismos, exposición al agua o a productos irritantes, déficit nutricional, fármacos o enfermedades dermatológicas o sistemáticas.

También puede ser por una causa desconocida. En estos casos, suele existir una alteración en el "cemento intercelular" que une las células de los queratinocitos en la uña y otros elementos que la componen.

En cuanto a los factores ambientales, como la manicura, la exposición a alta humedad o pequeños golpes, provocan una pérdida de hidratación de la uña, lo que contribuye a la fragilidad ungueal. Si contiene menos del 16% de agua, se rompe con facilidad.

Igualmente, la disminución de los lípidos provoca que la uña no pueda retener agua, y, por tanto, sea más frágil. Con la edad, además, disminuye el contenido de sulfato de colesterol, lo que explica por qué las uñas se vuelven más quebradizas, finas y blandas, sobre todo en mujeres postmenopáusicas.

El tratamiento de la fragilidad ungueal es lento, porque la uña crece despacio, y los resultados solo se aprecian tras varios meses. En general, buscamos proteger la uña de la deshidratación y los traumatismos, y favorecer su regeneración mediante productos reestructurantes o suplementos específicos.

Trucos para mejorar uñas quebradizas o frágiles

La parte dañada de la uña no puede regenerarse, solo desaparece cuando la uña sana crece por completo, lo que requiere ser constante y cortar la zona deteriorada. Por este motivo, los resultados suelen apreciarse tras varios meses.

Sin embargo, existen medidas habituales en dermatología que ayudan a proteger la uña y favorecer su recuperación:

  • Disminuir los traumatismos y el contacto con el agua y productos irritantes, ya que estos factores deshidratan la uña y agravan su fragilidad.
  • Rehidratar la uña después de lavar las manos, utilizando cremas con componentes oclusivos (como vaselina o lanolina) y humectantes (glicerina o propilenglicol). En algunos casos se añaden alfa-hidroxiácidos o urea para mejorar la retención de agua.
  • Usar guantes de algodón bajo los guantes de goma durante las tareas manuales, evitando así la humedad continua y los irritantes.
  • Mantener las uñas cortas y con forma cuadrada.
  • Minimizar el uso de esmaltes y otros cosméticos, ya que algunos productos pueden aumentar la deshidratación o debilitar la lámina ungueal.
  • Considerar la suplementación oral cuando está indicada: biotina, 5–10 miligramos al día durante al menos 3 meses; hierro, en casos de ferritina baja; así como zinc, oligoelementos, silicio o aminoácidos como la cisteína.
  • Emplear lacas protectoras o reestructurantes.
  • Evitar el uso prolongado de endurecedores, ya que, de forma paradójica, pueden volver la uña aún más rígida y, en consecuencia, más propensa a quebrarse.

Hongos en las uñas, ¿por qué cuesta tanto curarlos?

Porque la uña tiene una estructura muy compacta y los antifúngicos tópicos deben penetrar la lámina ungueal hasta el área infectada para ser efectivos.

Además, la uña crece lentamente, unos 3 milímetros al mes en las manos y 1 milímetro en los pies, por lo que el tratamiento de los hongos requiere constancia y paciencia.

Disponemos de distintas opciones, antifúngicos tópicos, orales o combinados, dependiendo del grado de afectación, del tipo de hongo, la edad del paciente o el número de uñas infectadas. Los tratamientos orales son más eficaces, pero pueden tener efectos secundarios o interacciones con ciertos fármacos, por lo que deben controlarse médicamente.

En los últimos años, la terapia fotodinámica o el láser ofrecen una alternativa segura y útil a personas que no consiguen resultados con los tratamientos tradicionales, personas mayores, con trastornos inmunitarios o con enfermedades hepáticas que no pueden optar a otros procedimientos.

¿Qué causa la uña encarnada y cómo se trata?

La uña incarnata u onicocriptosis se produce cuando el borde de la uña penetra en el pliegue lateral del dedo, provocando dolor, inflamación e incluso infección. Afecta con frecuencia al dedo gordo del pie.

Esta afección de las uñas puede deberse a calzado ajustado, corte inadecuado de las uñas, sobrepeso, traumatismos repetidos, hiperhidrosis o exceso de sudoración, problemas ortopédicos, infecciones por hongos o medidas de higiene insuficientes.

En la infancia o en situaciones leves, las uñas encarnadas pueden tratarse con medidas conservadoras, como el uso de calzado ancho, el corte adecuado de las uñas o las técnicas de masaje o de tracción de los pliegues laterales, usando cinta adhesiva o un dispositivo externo.

En casos más avanzados o recurrentes, se puede recomendar la cirugía. No obstante, siempre es necesario indicar cómo mantener las uñas sanas y modificar los factores que predisponen a esta enfermedad ungueal.

Cada vez se usan más cosméticos y uñas artificiales. ¿Pueden dañar la uña?

Sí, aunque la mayoría de los productos son seguros, el uso prolongado o inadecuado de cosméticos ungueales puede causar problemas como dermatitis o urticaria por contacto, infecciones, cambios de color o desprendimiento de la uña, también denominado onicólisis. El abuso de endurecedores, por ejemplo, puede aumentar la rigidez de la uña y hacerla más propensa a romperse.

Los componentes acrílicos de las uñas artificiales también pueden causar reacciones alérgicas o inflamatorias hasta 4 meses después de aplicarlas por primera vez. Esto provoca picor en el lecho ungueal, a veces con dolor intenso e inflamación. En ocasiones también se desprende parte de uña, adquiere una coloración distinta o se rompe con facilidad. Incluso puede aparecer la dermatitis en el rostro.

¿A qué se debe la coloración amarilla de las uñas?

Las uñas amarillas pueden deberse a múltiples causas: envejecimiento, infecciones por hongos o cándidas, linfedema, uso continuado de esmaltes, o incluso a medicamentos como las tetraciclinas.

En la mayoría de los casos, el cambio de color es superficial y desaparece cuando la uña crece o al suspender el producto causante.

Preguntas frecuentes sobre enfermedades de las uñas

Los problemas de las uñas son un tema recurrente en la consulta. Aquí están algunas de las dudas más habituales:

¿Cuándo debería acudir al dermatólogo por un cambio en mis uñas?

Si notas alteraciones en el color, textura, grosor o forma, o si una uña se despega, se engrosa o presenta dolor persistente, conviene consultar para descartar infecciones o enfermedades sistémicas.

¿Las uñas frágiles se pueden recuperar completamente?

Sí, pero el proceso es lento. La parte dañada debe crecer y ser reemplazada por uña sana. Con el tratamiento adecuado, la mejoría suele observarse tras varios meses.

¿Qué pintauñas conllevan menos reacciones adversas?

Los esmaltes "eco" tienen una composición más segura y con menos efectos sobre la piel, ya que no contienen ciertos compuestos asociados a reacciones secundarias.

¿Por qué tarda tanto en mejorar una enfermedad de las uñas?

Porque la uña crece muy despacio. Cualquier tratamiento, ya sea para hongos, fragilidad o alteraciones por cosméticos, necesita tiempo y constancia para mostrar resultados visibles.

Las uñas son una parte visible de nuestra salud. Cambios en su aspecto o textura pueden indicar alteraciones dermatológicas que conviene tratar a tiempo.

Orientador de salud personal

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